Eduardo Halfon – Sandy Sosa

Fuente: Electricliterature.com

 

MEJOR NO ANDAR HABLANDO DEMASIADO:

EDUARDO HALFON ACERCA DE LITERATURA, PARANOIA, Y SU PARTIDA DE GUATEMALA

 

Eduardo Halfon, 15 de Julio de 2015

 

Mi ingreso al mundo literario fue inesperado y imprevisto. Yo tenia treinta y dos años y nunca había publicado algo en ningún lugar. Mi conocimiento del mundo literario de Guatemala era muy poco y aun menos el de Guatemala en general. Me fui del país en 1981 – el día que cumplí diez años – con mis padres, hermano y hermana, crecí en Florida y estudié ingeniería en Carolina del Norte. En la escuela era el niño bueno en las matemáticas. Nunca leía libros. Nunca me avían gustado. Finalmente regrese a Guatemala en 1993, después de mas de doce años en los Estados Unidos, a un país que casi no conocía, con un entendimiento mínimo de español. Empecé a trabajar como ingeniero en la empresa constructora de mi padre y poco a poco empecé a encontrar mi camino de regreso al país, y en mi lengua materna – pero siempre empañado por un sentido extremo de la frustración o el desplazamiento, el sentido de no pertenecer. Hoy entiendo que esta angustia existencial es más o menos normal a esa edad, justo después de la universidad, pero en aquel entonces me sentí como un hombre sin país, sin un lenguaje, sin una profesión (yo estaba, literalmente, en la de mi padre) , sin un sentido de quién era yo o lo que yo debía hacer. Esto se prolongó durante cinco años, y sólo empeoraba. Hasta que finalmente me decidí a buscar ayuda. Pero mi definición de ayuda, al ser un ingeniero racional y metódico, fue a buscar respuestas no en la psicología o incluso la religión, sino en la filosofía. Fui a una de las universidades locales, Universidad Rafael Landívar, y le pregunté si podía inscribirme en un par de cursos de filosofía, pensando que tal vez iba a encontrar algún tipo de respuesta. Pero en Guatemala, tal como en gran parte de América Latina, es un título conjunto: Letras y Filosofía. Si quiere estudiar una, tiene que estudiar la otra. Y fue lo que hice. En cuestión de semanas yo estaba enamorado de la literatura. Dentro de un año renuncie mi trabajo como ingeniero y estaba viviendo de mis ahorros y leyendo literatura de la ficción a tiempo completo, un libro cada uno o dos días, como una especie de adicto a la literatura.